
Gabriel Mendoza lleva al presidente de OAN, Ben Verhoeven, a un recorrido por Robinson Nursery Inc. FotografÍa de Belén Sternfeld
Es una fresca mañana de primavera cuando llego al Vivero Robinson en McMinnville, Oregón. Gabriel Mendoza me recibe con una cálida sonrisa y una taza de café recién hecho. ¡Qué bienvenida!
Gabriel fue el primer empleado de Robinson. Ahora es el gerente de producción y ayuda a priorizar las tareas de más de 100 empleados. He aprendido qué mejoras y perspectivas puede compartir.
Nos subimos a su camioneta para el primero de sus recorridos diarios por el vivero. Saluda a todos los que ve por su nombre y les pregunta qué les pasa. Esta es la primera lección que Gabriel me enseña: el valor de las interacciones cotidianas. Se puede ver la respuesta de su equipo. “Si ves a alguien tres veces, tienes que saludarlo tres veces”, me dice Gabriel.
De camino, Gabriel me muestra uno de los inventos para plantar que construyó el equipo de Robinson. Se trata de una serie de “camas flotantes” unidos a un enganche de tres puntos, con un techo encima. Antes, el trabajo se hacía de pie, agachándose para plantar cada planta, lo cual era muy duro para la espalda. Ahora, un trabajador se acuesta boca abajo y planta cómodamente, a la sombra si hace sol y seco si llueve. Ahora el trabajo es más cómodo y rápido.
Gabriel me presenta a dos de sus hermanos que también trabajan en la granja. Gabriel señala: “Trato a mis hermanos igual que a los demás empleados. Es importante que la gente vea que no tengo favoritismos”. Esta es la mejor lección de liderazgo del día: “Todos somos iguales”.
Al despedirnos, me sorprende lo felices que parecen todos. Al respetar el trabajo, incluida la seguridad y comodidad, y tratar a todos por igual, empezando por saludar, se entiende por qué Gabriel y Robinson Nursery tienen tanto éxito.
Del número de junio de 2025 de la revista Digger | Descargar PDF del artículo
This column has been translated into Spanish at the president’s request. Read it in English.